Franz Schubert (1797-1828) fue un compositor austríaco principalmente conocido por ser el responsable del tránsito entre la música clásica (clasicismo) y la romántica (romanticismo), con permiso del pre-romántico Ludwig Van Beethoven (1791-1827) tan solo fallecido un año antes que el austríaco.
Desde muy niño, Franz destacó en sus habilidades musicales: a los nueve años ya había estudiado órgano, piano, violín, canto y composición. A los 11 consiguió una beca para convertirse en soprano infantil de la Capilla Imperial de Viena (Stadtkonvikt) y durante cinco cursos estudió y experimentó todos los registros de la voz humana, aprendió composición, piano y violín.
Este vasto conocimiento junto con su amor por la poesía alemana de la época dieron como fruto cientos de composiciones musicales poéticas (lieder en plural/ lead en singular), a las que en su madurez era dado por medio de frecuentes "quedadas" o veladas nocturnas en casa de algún amigo, que tomaron el nombre de Schubertiadas (Schubertiade en alemán).
Adolescencia
Franz Peter Schubert, (nacido el 31 de enero de 1797, Himmelpfortgrund, cerca de Viena) fue un músico de clave en la transición desde el clasicismo del XVIII al romanticismo del XIX.
Desde pequeño, como hemos visto, a Schubert le hubiera gustado vivir sólo de su música, pero como la familia no andaba sobrada, a los 16 años se incorporó a la escuela de su padre, Franz Theodor Schubert, como profesor auxiliar. Y, un poco más adelante, tuvo que ceder a la demanda de su padre y durante cuatro años se dedicó a la formación de alumnos, aunque su padre le relegó de esa responsabilidad ante sus formas a veces severas y otras ensimismadas de entender la educación.
Sin embargo, Franz nunca dejó su pasión por la música de lado. Tras el abandono de la docencia, a los 20 años empezó a estudiar con el compositor y pedagogo italiano Antonio Salieri (1750-1825) con quien perfeccionó su técnica de composición.
En 1821, ingresó por fin como miembro intérprete en la Sociedad de Amigos de la Música (Gesellschaft der Musikfreunde) de Viena, tras su rechazo anterior de 1818, lo que le permitió presentarse con buenas credenciales ante la sociedad vienesa.
Desde entonces su producción artística aumentó cada vez más. A pesar de su muerte prematura, dejó un gran legado, que incluye más de 600 obras vocales seculares (lieder), sinfonías completas, música sacra, óperas, música incidental, obras para piano y música de cámara.
Sin embargo, pocos contemporáneos supieron apreciar la grandeza de su genio. No fue hasta finales del siglo XIX, unos años después de su muerte, que el interés por su música aumentó hasta llegar a ser considerado como uno de los mejores compositores del Romanticismo y de todos los tiempos.
Juventud dura
La juventud del emancipado Franz debió ser dura ya que su padre y cuatro hermanos no tenían suficientes ingresos para bastarse a sí mismos, como para ayudarle a él.
A esto se le unió la creciente desvinculación y agotamiento de la música de mecenazgo que tantos músicos acogió en su seno en el siglo XVIII.
Los Esterhazy, saga de mecenas húngaros, tan solo le podían ofrecer algunas clases para sus hijas durante el verano por lo que Franz comenzó a hacer lo que Beethoven y posteriores compositores románticos tuvieron que hacer: componer música, comercializar sus partituras y dar clases particulares de música.
Esta necesidad y la creciente demanda de partituras para las familias burguesas de la gran ciudad fueron los detonantes de la inmensa producción musical de Schubert en su cortísima vida (murió en 1828 con tan solo 31 años).
Tras una incursión fallida en el campo de la ópera, influenciado por el aclamado Gioachino Rossini (1792–1868), que hacía furor en Viena por aquellos años, Franz se dedicó a componer tozuda e incansablemente amables piezas para piano, lieder y mucha música de cámara.
Los musicólogos tienen documentadas tantas obras musicales en el haber de Schubert (murió a los 31) como Brahms en sus 63 años de vida.