Herbert Von Karajan (1908-1989) fue un importante y controvertido director de orquesta de origen austriaco. Amado por unos, por su extraordinaria dirección musical, pero odiado por otros, por su vinculación con el nazismo y por su carácter egocéntrico, Karajan no pasó inadvertido para nadie en la segunda mitad del siglo XX musical.
Aún así, y a pesar de los desaciertos de su carrera musical, Karajan logró posicionarse como el director musical más grande de su época, siendo además el artista con más ventas discográficas en la historia de la música clásica.
Primeros pasos y formación
Karajan nació en Salzburgo (Austria) el 5 de abril de 1908. Creció en una familia con gran ambiente musical. Su padre tocaba el clarinete y su hermano el órgano. Hecho este que lo llevó desde muy temprana a edad a sentir despertar una pasión por la música.
Sus estudios musicales los inició en Salzburgo, tomando clases de piano y composición con el maestro Bernhard Paumgartner (1887-1971), músico, compositor y biógrafo de Mozart y Bach, en la prestigiosa Mozarteum (Internationale Stiftung Mozarteum).
Posteriormente, gracias a su gran talento demostrado durante su formación, se muda de Salzburgo a Viena, donde dirige sus pasos musicales hacia la dirección de orquesta de música clásica. Una vez allí se licencia en esta especialidad en la Universidad de Música y Arte Dramático de Viena.
Especialidad musical
La especialidad musical de Von Karajan fue la música clásica. En 1929, a los 21 años comenzó su carrera como director de orquesta de Ulm. Sin embargo, al parecer aprovechó su vinculación con el partido nazi para impulsar, en un principio, su carrera como director orquestal.
Durante el auge la Alemania nazi y con muchos de los grandes directores de orquesta de la época en el exilio, Karajan destacó como una figura importante dentro de la música clásica.
Así, pasó a ser director de las orquestas de la Ópera de Viena (1937) y un año después, en 1938, de la Ópera de Berlín.
Sin duda, un hecho que marcó su carrera fue la desastrosa presentación de la obra de Wagner, Die Meistersinger que dirigió para Hitler. Traicionado por su excesiva confianza en sí mismo decidió dirigir sin partitura, teniendo como resultado un fracaso total, razón por la que el führer lo sumiera en el ostracismo del régimen.
No obstante, retomó su carrera, luego de la caída del imperio Nazi en 1947, una vez eliminadas todas las prohibiciones que sobre su persona habían recaído.
En 1948 fue nombrado director de la Orquesta Filarmónica de Londres, realizando una serie de grabaciones discográficas con la que alcanzó la fama internacional.
En 1955, se hace director de la Filarmónica de Berlín y del Festival de Salzburgo hasta 1989, momento en el que no pudo ya continuar al frente de la misma debido a sus problemas de salud de su avanzada edad.