Si hay una pieza musical breve, melódica y agradable para el oído del principiante en esto de la música clásica esa es La Alondra de Glinka. El fundador del romanticismo musical ruso, famoso por sus canciones patrióticas, y su impactante obertura Rusland y Ludmila (1842), hizo un paréntesis con una obra especial llamada, "Adiós a San Peterburgo" (A Farewell to Saint Petersburg) de la que esta pieza breve forma parte.
A Farewell to Saint Petersburg
Mikhail Glinka (1804-1857) compuso en 1840 un conjunto de 12 canciones o romanzas (lieder) para voz y piano por la gran influencia del romanticismo alemán sobre poetas y músicos rusos de la época. Lo llamó "Adiós a San Petersburgo" y lo compuso, entre otras cosas, por el despecho en que el abandono por parte de su mujer en San Petersburgo, lo dejó sumido en la década de los 1830.
Se cuenta que poco después de su publicación por el editor Odeón, Mikhail tuvo tanto éxito que postpuso sus planes de despedirse de su Rusia natal para buscar suerte en otros países europeos, para dedicarse a la composición de nuevas piezas musicales.
Estructura de la obra
Las doce romanzas de este ciclo de canciones melancólicas son:
- Romance (Romanza / Романс)
- Hebrew Song (Canción hebrea / Еврейская песня)
- Bolero (Bolero / Болеро)
- Cavatina (Cavatina / Каватина)
- Cradle Song (Canción de cuna / Колыбельная песня)
- Travelling Song (Canción del viajero / Попутная песня)
- Fantasia (Fantasía / Фантазия)
- Barcarolle (Barcarola / Баркарола)
- Virtus antiqua (Virtus antiqua / Рыцарский романс)
- The Lark (La Alondra / Жаворонок)
- To Molly (Para Molly / К Молли)
- Song of Farewell (Canción de despedida / Прощальная песня)
El responsable del libreto (libretista) fue Nestor Kukolnik (1809–1868), dramaturgo y prosista ruso cuya obra fue injustamente tratada de "sentimental". Kukolnik fue también autor del libreto de la ópera "Una vida por el Zar" (1825) de Glinka.
El grupo de canciones recurre a géneros musicales poderosos en la Centroeuropa de la primera mitad del XIX como la barcarola (recuerda los Lieder Ohne Worte de Mendelsshonn), el bolero (bolero de Ravel) o la balada (baladas de Chopin).
Al propio Mikhail Glinka, de voz poderosa, se dice que le gustaba ponerse al frente de sus propias composiciones y cantarlas acompañado del piano durante las veladas organizadas en casa del poeta Kukolnic, acompañados de los intelectuales de San Petersburgo.